Había debutado oficialmente en agosto 2016 en el Corral Amarillo de Chos Malal en el norte neuquino, zona en la que va desandando su camino en la difícil profesión de jockey, y hoy, en el día de la independencia, piso el escenario de la capital para conducir a Coronado. El resultado fue anecdótico para el joven Agustín Pereyra, que con serenidad nos manifestó que los triunfos ya vendrán.
Nos dijo que la pasión la heredó de su padre, Kaly Pereyra, un turfman entusiasta de la Provincia de Neuquén que hoy no pudo acompañarlo por cuestiones laborales. Agustín le dedicó este momento que vive a su padre, familia y amigos que lo apoyan y alientan a seguir en este sacrificado oficio.
Con apenas 16 años el joven aprendiz sueña con llegar a los máximos hipódromos nacionales para poder cursar en la escuela de jockey… por ahora su objetivo inmediato es correr en su provincia y conquistar el circo de la capital.
