Ayer en una clase en la facultad de derecho, vino a contarnos su experiencia un médico, un activista por los derechos a la igualdad. Alguien que, junto a otras personas, se organizaron de tal manera que consiguieron leyes que ampliaron los derechos en nuestra sociedad. El mensaje que me quedó de esa charla y que quiero compartir fue el siguiente:
“La realidad es algo que no podemos frenar, la realidad es algo que sucede y que sucederá inevitablemente, que si se niega o se trata de ocultar en algún momento explota. Nuestra tarea debe ser la de poder ver, leer, oír y entender esa realidad a tiempo, de esa manera podemos encausarla de la forma más conveniente… por ejemplo: consiguiendo una ley que regule esa realidad. Cuál es el peligro de no entenderla a tiempo? Que esa realidad desborde o explote de una manera inconveniente para nosotros, que tome un rumbo que vaya contra nuestros intereses; si, en cambio, somos lo suficientemente inteligentes, vemos y entendemos que pide esa realidad, a tiempo, podemos hacer que las leyes o reglamentaciones vayan en un rumbo que nos favorezcan”.
En el mundo marchamos hacia el reconocimiento de mayores derechos, tanto en favor de las personas, animales, medio ambiente, etc… vemos en las redes sociales movimientos para cerrar zoológicos, prohibir las corridas de toros, las carreras de galgo, etc, etc, etc… digo, y parafraseando al activista de ayer, si no vemos la realidad a tiempo, sino entendemos que tenemos que hacer algo por el turf, cuando esa realidad explote puede salir para cualquier lado. Entre los extremos de hoy: la falta de controles y la hipotética prohibición del turf, existe una zona de grises en la que el turf podría funcionar correctamente; por ello creo que el movimiento de #ElTurfnosemancha debe promover la defensa de la industria, pero tiene que trascender el hecho de compartir una imagen o una historia en las redes sociales… hay que comenzar a hacer que todos los actores tomen conciencia de que hay que hacer algo, hoy mismo, y no esperar que sea tarde. Bienvenida sea una ley que reglamente el ejercicio del turf, pero esa ley debe ser una construcción de todos, plural, y que básicamente, además de regular la actividad, reconozca la preexistencia de los clubes, pistas cuadreras e hipódromos, sea cual sea su magnitud o importancia; y también debería asegurar su existencia y funcionamiento. Digo, con esto, que la buscada reglamentación no se torne de imposible cumplimiento, de manera que los requisitos sean tan extremos que aliente a los dirigentes a abandonar y bajarse de los calendarios.
Un amigo dice que algunos van delante de la liebre y otros atrás, en una carrera imaginaria… aún tenemos la chance de correr por delante de la realidad.
Quería compartir esto con ustedes, pensando en voz alta, a manera de disparador de un debate serio y no de meros aplaudidores.
Pablo Pino